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Cuanto más tiempo pasamos despiertos más lentos somos


Un estudio realizado por científicos del Hospital Brigham y de Mujeres (BWH) de Boston revela que la falta de sueño nos vuelve más lentos, incluso si no nos sentimos físicamente cansados // Autor: Elena Sanz

Concretamente, según explican la neurocientífica Jeanne F. Duffy y sus colegas en el último número de la revista The Journal of Vision, dormir solamente entre cinco y seis horas cada noche puede afectar negativamente al desempeño tareas visuales complejas implicadas en trabajos como el control de tráfico aéreo o la revisión de equipajes de pasajeros en estaciones de tren y aeropuertos. “Este tipo de trabajos exige codificar datos en la memoria, procesar abundante información visual y tomar decisiones constantemente a partir de la información, todo ello de manera rápida y repetida”, aclaran los investigadores.


En sus experimentos demostraron que cuantas más horas pasamos despiertos más lentos somos desempeñando este tipo de actividades. Por otro lado, cuando dormimos poco, a medida que transcurren las horas de vigilia nos cuesta más identificar qué parte de la información que percibimos es relevante. Y a esto se suma que durante la noche el “exceso de lentitud” se agrava, según concluyen los científicos.

¿Por qué la falta de sueño aumenta el apetito?
Un equipo de biólogos estadounidenses ha logrado aislar genes que regulan el conflicto sueño-hambre. El hallazgo, que aparece publicado en el último número de Current Biology, arroja luz sobre cómo escoge el cerebro entre distintas conductas claves para la supervivencia.

Estudios anteriores mostraban que los sistemas neuronales que controlan el sueño y la alimentación en los mamíferos están interconectados, de modo que la falta de sueño hace que tengamos ganas de comer y el hambre quita las ganas de dormir. Sin embargo, se sabía poco sobre los genes y bases neuronales de esta interacción.

Para encontrar una explicación, investigadores de la Universidad de Nueva York y de la Universidad de Massachusetts examinaron a la mosca de la fruta Drosophila melanogaster, que cuenta con genes similares a los de los mamíferos para controlar el sueño, la vigilia y el metabolismo. En primer lugar, los científicos determinaron que en las moscas la privación de alimento les producía insomnio, lo que significa que la falta de comida afecta sus conductas de sueño del mismo modo en que lo hace sobre el sueño de los mamíferos.

Tras realizar un 'screening' inicial de 2.000 genes, identificaron cerca de 12 genes implicados en la interacción entre alimentación y sueño. Entre esta docena de genes, eligieron dos -Clock (Clk) y cycle (cyc)- que juegan un papel en la regulación del reloj biológico de las moscas de la fruta y que están también presentes en los mamíferos. Examinando a moscas de la fruta con y sin los genes Clk y cyc en condiciones de privación de alimento, demostraron que las moscas hambrientas que no tenían ambos genes dormían tres o cuatro veces menos, en comparación con aquellas que sí poseían estos genes. Así, los resultados demostraron que los genes ayudaban a conciliar el sueño en condiciones de privación de la alimentación.
"Sabemos que el cerebro está conectado para realizar más de dos acciones a la vez, pero era menos evidente el rol que los diferentes genes jugaban en estas acciones", ha explicado Alex Keene, autor principal del estudio.
Escobar LA REVISTA Digital

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