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¡Ay, mis rodillas!


¿Por qué duelen las rodillas?

Hay determinados problemas de salud que, por sus síntomas no demasiado específicos o ya sea porque son lo suficientemente vagos como para poder pertenecer a diferentes situaciones. En general, esto es muy claro con los dolores.

El dolor nos permite saber que hay algo que no está funcionando correctamente dentro de nuestro cuerpo, y muchas veces por las características del dolor, la forma en que se da, la constancia y, por supuesto, el lugar y el momento en que tiene su mayor fuerza, podemos deducir a que se debe ese dolor.

Pero muchas otras veces el dolor es un síntoma que no es definitorio, una alarma que no nos permite determinar exactamente sobre que nos está avisando.

Justamente por esto es que en este artículo vamos a dar algunas claves para diferenciar dos problemas físicos que podemos llegar a confundir, pero que nos convendría poder diferenciar.

TENDINITIS

¿Qué es la tendinitis?

Es un inflamación de los tendones, los cuales son cintas de color blanco, formadas por tejido conjuntivo, por los cuales los músculos se insertan en los huesos u otros organos.

¿Cómo se presenta?

Obviamente, ya que el principal síntoma que vamos a padecer con cualquiera de estos dos problemas es la aparición persistente de dolor físico, la forma que tenemos de diferenciarlos es poder sentir como es el dolor que se produce con uno y como es el dolor que se produce con el otro.

Por ejemplo, si estamos sufriendo un persistente dolor en la rodilla, agudo, penetrante y constante (de allí lo de persistente), entonces lo más probable es que estemos sufriendo de una tendinitis.

Como decíamos antes, esta es una inflamación de los tendones, que puede darse en cualquier zona del cuerpo donde estos se encuentren, pero que es muy común en ciertas zonas, siendo la rodilla una de las más habituales.

A que se debe y como prevenirla

Hay dos motivos por los cuales la tendinitis aparece (dos motivos principales. Por supuesto que puede haber muchos más): uno es que se haya producido algún tipo de desgarro en el tendón propiamente dicho. Esto se produce por un mal movimiento, un esfuerzo violento, golpes, etc.

La otra causa habitual para este problema, y que es aún más común, es el exceso de uso de la zona afectada, el desgaste y el cansancio causado por la utilización continua y sin descanso de la articulación afectada, especialmente cuando esta no está acostumbrada a tales esfuerzos.

Por esto la tendinitis suele aparecer cuando aumentamos la cantidad de ejercicio que realizamos o comenzamos alguna nueva actividad que nos lleva a realizar algún trabajo articular de forma constante al cual no tenemos forma de estar acostumbrados.

Dos ejemplos clásicos son aquellas personas que empiezan a ir al gimnasio y se esfuerzan demasiado; y también aquellos que comienzan a tocar la guitarra y no permiten a los dedos de su mano izquierda (o derecha, en el caso de los zurdos) acostumbrarse con su propio ritmo a las posiciones y la presión sobre las cuerdas.


Un poco de dolor puede ser bueno, ya que significa que el músculo está trabajando, pero el exceso del mismo, especialmente sin descanso, es peligroso. Por supuesto que, con un poco de planeamiento, esto puede evitarse.

La clave está en no forzarse en demasía, sino en tomarse las cosas con calma, en subir los niveles de ejercicio gradualmente, en permitir que las articulaciones se adapten a los esfuerzos nuevos que están realizando, que ganen fuerza y puedan dejar de tensionarse excesivamente.

La variación de los ejercicios también es clave para evitar la tendinitis. La repetición de los mismos movimientos de forma constante y rutinaria solamente hace que los tendones tengan que soportar una mayor presión.

¿Cómo curarlo?

Ahora bien, si ya tenemos los sintamos y la tendinitis es claramente un problema real que se encuentra presente en nuestras vidas, las medidas de precaución no nos servirán de mucho.

Por suerte, la realidad es que la tendinitis es un problema que podemos solucionar y que en realidad no es de una gravedad importante, sino que con un poco de tiempo se soluciona.

Lo primero que tenemos que hacer, obviamente, es dejar que la zona del cuerpo afectada por la tendinitis descanse. El tendón necesita tiempo para curarse y lo hará por su propia cuenta si se lo damos.

Esto quiere decir que tendremos que dejar durante un tiempo la actividad que hizo que el tendón se inflamase en primer lugar, así como cualquier otra que ponga un exceso de presión en el mismo.

Por otro lado, por supuesto, nunca es una mala idea visitar al médico y permitir que nos revise y nos dé su opinión profesional. Lo más probable es que, además del descanso, nos recete un antiinflamatorio o inclusive corticoides, para ayudar tanto a reducir los síntomas como a que se solucione más rápidamente el problema.

Por supuesto, lo primero que podemos hacer, remedio básico y casero si los hay, es aplicar hielo a la zona afectada, notable por su hinchazón.

Esto puede ayudar a reducir la inflamación, pero solamente es útil durante las primeras cuarenta y ocho horas (aproximadamente) desde el momento en que esta aparece.

Siempre que hacemos esto, tenemos que tener en cuenta que el hielo no se debe aplicar directamente sobre la piel, sino que es necesario que haya algo entre ambos, ya sea una toalla o una bolsa de hielo, de las que podemos conseguir en cualquier farmacia.

El componente de la edad

Hay un último componente que hay que tener en cuenta cuando hablamos de tendinitis y es la edad. A medida que el cuerpo envejece, lo mismo sucede con los tendones.

El principal problema que viene con la edad para los tendones es la perdida de elasticidad. Por lo tanto, a mayor cantidad de años, más común se vuelve este problema físico. Y también son mayores los inconvenientes y los tiempos de curación requeridos.

Inclusive, en casos muy extremos y que no son demasiado comunes, un problema en la articulación de la rodilla puede evitar que el tendón se deslice con la suavidad requerida, ya que queda ligeramente fuera de su posición normal. Si esto sucede, es posible que necesitemos de una cirugía para volver a ponerlo en su lugar.

ARTROSIS U OSTEOARTRITIS

¿Qué es la osteoartritis (o artrosis)?

Es una artritis (inflamación de una articulación que puede ser aguda, debido a una infección por gérmenes patógenos o crónica, resultado de otro problema físico que lo genera como efecto paralelo) acompañada de lesión inflamatoria de los extremos óseos que forma la articulación.

¿Cómo se presenta?

Ahora bien, ¿cómo podemos reconocer a la osteoartritis? Como ya hemos comentado anteriormente en este mismo artículo, los síntomas de ambos problemas físicos son bastante similares, pero hay algunos detalles que nos pueden permitir diferenciarlos.

La principal diferencia que podemos notar es que, además de los dolores que se presentaban en la tendinitis, en la osteoartritis también sentiremos que la zona afectada se hincha, además de que aparece una cierta rigidez que dificulta el movimiento. Esto es una marca clara de que podemos estar tratando con una osteoartritis.

Esta es una condición que suele afectar menos a las rodillas (caso clásico de tendinitis) y en mayor medida a la columna y las caderas. Igualmente, también se presenta en las rodillas y otras articulaciones, así que no hay por que dejar esta posibilidad totalmente de lado.

A que se debe y como prevenirla

La osteoartritis es un problema que típicamente aparece por causa del tiempo, del uso y el desgaste de los cartílagos.

Lo que sucede es que el cartílago se vuelve más y más fino, menos grueso y con una delgadez problemática, lo cual no le permite, por supuesto, cumplir sus funciones de la forma habitual y lo fuerza a trabajar cada vez en peores condiciones.

El caso extremo y más problemático es cuando el cartílago cede completamente, lo cual puede dar como resultado que se produzca daño en las articulaciones.

La prevención pasa por tomar todas aquellas medidas que nos permitan no hacer trabajar tanto ni con tanto esfuerzo a los cartílagos.

El exceso de peso es uno de los grandes enemigos de nuestras articulaciones, ya que las obliga a actuar con mayor fuerza de la que en realidad pueden hacer, desgastándolo con mayor velocidad e intensidad.

Cuanto mayor sea nuestro sobrepeso, mayores posibilidades tendremos de que en una menor cantidad de tiempo nos encontremos con que nuestras articulaciones se encuentran en un estado poco menos que lamentable.

Por lo tanto, el primer paso que tenemos que dar es cuidar nuestro peso, lo cual no solamente nos resulta beneficioso para evitar la osteoartritis sino que, por supuesto, es beneficioso para nuestro cuerpo en todo aspecto, es una forma de asegurarnos un mejor estado de salud.

El ejercicio regular también es otra de las formas de prevención que podemos tomar fácilmente, ya que ayuda a darle mayor fuerza a los músculos, lo cual logra que puedan darle un mayor apoyo a la articulación, reduciendo por lo tanto el esfuerzo que esta tiene que hacer para la realización del movimiento o para soportar el peso que necesita soportar.

El ejercicio, por supuesto, sigue los mismo lineamientos que en el caso de la tendinitis, para prevenir que termine generándonos un problema aun mayor que el que previene.

Variación y un planeamiento adecuado son claves para que no terminemos poniendo una mayor presión de la recomendable en nuestras articulaciones.

El componente de la edad

Igual que sucedía en el caso de la tendinitis, aquí también la edad juega un papel importante.

En este caso, es muy raro que este problema físico se presente en personas de poca edad. En realidad, lo más común es que se presente en personas de más de cuarenta y cinco años.

Sin embargo, hay una forma de osteoartritis que aparece en niños, afectando principalmente la rótula. No suele ser muy grave y antiinflamatorios o inyecciones de esteroides suelen terminar con el dolor.

Fuente: Revista En Plenitud

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